Xavier Thévenard es un ser aparte. Es uno de esos hombres a los que el destino presenta tales retos que, al asumirlos, se convierte inevitablemente en una inspiración. En primer lugar, la UTMB, que ha ganado tres veces; en segundo lugar, la enfermedad de Lyme, contra la que lucha sin tregua desde hace año y medio. Debilitada por esta terrible bacteria que le impide dedicarse plenamente a su deporte, la vida de Xavier desde aquel día ha seguido una sinusoide similar al perfil topográfico de los ultra trails en los que ha crecido como leyenda. Su día a día está compuesto de altibajos, de cumbres soleadas y de valles escarpados.
El resiliente Baouwer desde sus inicios, con quien hemos forjado una relación tan especial, muestra una determinación a prueba de cualquier cosa que resulta asombrosa. ¿Por qué? Porque él sabe mejor que nadie que el horizonte nunca es tan bonito como allí arriba, una vez terminada la subida.
Un intercambio conmovedor con este extraordinario deportista que solo sabe hablar desde el corazón. Al descubierto. «Esta enfermedad no es ni más ni menos que la ultra más larga y difícil que me han pedido que corra».
Nuestra primera pregunta es fácil: ¿cómo estás, Xav?
Si he de ser sincero, diría que bien, con matices. Pero no tengo ganas de quejarme, ni de que otros se quejen por mí. Porque la modestia forma parte de mi personalidad. Siento una gran admiración por quienes saben mantener la dignidad. El contexto actual también me hace relativizarlo todo: no soy ni mucho menos el que peor lo está pasando, mi casa no ha sido arrasada por las bombas. Mentalmente estoy bien, pero decir que físicamente estoy en plena forma sería mentir. Va mejorando, pero me está costando deshacerme de una vez por todas de esta bacteria que me lleva molestando casi año y medio.
Has hablado de modestia... ¿Te apetece entrar en detalle? ¿Cuáles son los síntomas actuales de esta bacteria?
(Silencio, se nota cómo agudiza la tristeza) No tengo nada que ocultar. Pero me cuesta hablar de ello. Hasta se me saltan las lágrimas. Estoy viviendo todo un subidón emocional, pero mi forma física está como un yoyó. Voy alternando momentos en los que me siento de maravilla, en los que tengo la impresión de que la enfermedad ha quedado atrás, con otros de bajón, como si fuera un revés, que me recuerdan que la lucha no ha terminado. En ese momento, sientes cómo la ira y la frustración se apoderan de ti, como si estuvieras viviendo una gran injusticia. Lo cierto es que en un año y medio he recibido unas cuantas bofetadas... Pero me vuelvo a levantar. ¿Cómo es eso que dicen...?
«La calidad de un hombre no se mide por el número de veces que cae, sino por el número de veces que vuelve a levantarse»
Eso es. Sigo siendo muy resistente y decidido. Voy a conseguirlo. Voy a volver. Esta enfermedad no es ni más ni menos que la ultra más larga y difícil que me han pedido que corra. «Es un paso en la dirección correcta por una sencilla razón: conozco mejor a mi enemigo»
¿Notas que vas mejorando? ¿Crees que estás cada vez más cerca del final del túnel y de volver a estar en forma?
Sí, es un paso en la dirección correcta por una sencilla razón: conozco mejor a mi enemigo. La enfermedad de Lyme es todo un enigma, porque quienes la padecen la viven de forma muy singular y diferente. Así pues, el reto consiste en entender cómo reacciona el organismo al tratamiento y a la actividad, para atacar a las bacterias y que no puedan expresarse. Por eso he hablado mucho con deportistas que han pasado por este periodo turbulento y que lo han superado con una gran resiliencia. Estoy dispuesto a explorar todas las vías posibles y a dar todas las vueltas posibles a la cuestión para salirme con la mía.
¿Consigues mantenerte físicamente activo?
Esta bacteria no me impide ocuparme del jardín, hacer senderismo, un poco de carpintería o bricolaje. Sería casi soportable si no estuviera acostumbrado a hacer ultra trails de alto nivel. Así que aguanto y me entretengo al aire libre todos los días. Porque me sienta bien. Es muy importante para encontrar el equilibrio. Me mantengo en forma físicamente, porque sé que el cuerpo tiene memoria, y que así no tendré que ir tan lejos cuando las cosas mejoren.
¿Cómo te organizas los entrenamientos?
Digamos que hago entrenamientos suaves de resistencia, alternando esquí de fondo, ciclismo y running, entre 15 y 20 horas a la semana. Caminar y correr. Sin ningún tipo de intensidad. Para una persona normal, puede parecer mucho, pero para prepararse adecuadamente para la UTMB no es suficiente.
¿Estás en una posición difícil para los socios que te apoyan?
Sí, la situación es delicada. Me considero afortunado, porque todo el mundo es extremadamente amable y me invita a tomarme todo el tiempo que necesite. Estoy un poco frustrado, porque estoy deseando salir a correr, hacerlo bien y demostrar lo que puedo conseguir. Me gustaría dedicarme a este deporte de una manera que sea digna de su confianza. Pero no depende de mí. Mi conciencia profesional se basa ahora en la determinación inquebrantable de hacer todo lo posible para volver a ser competitivo lo antes posible. «La llama no se va a apagar nunca. Más de uno habría puesto la flecha, pero tengo demasiada pasión y fuerza de voluntad para que ocurra eso».
Oímos la determinación inquebrantable en su voz. ¿Qué es lo que mantiene encendida la llama de la esperanza, pase lo que pase?
La llama nunca se apagará. Más de uno habría puesto la flecha, pero tengo demasiada pasión y fuerza de voluntad para que ocurra eso. No puedo explicarlo. Me sale de muy adentro. Como si poder entretenerme al aire libre durante horas y horas fuera una condición sine qua non para ser feliz y que, por lo tanto, estuviera obligado a perseguirla. Actualmente paso mucho tiempo maravillándome en la naturaleza, pero me falta algo. El gusto por el esfuerzo, sin duda. Añoro esos magníficos paseos, esas enormes travesías de las que siempre tenía tantas ganas como un niño que se divierte tirándose por un tobogán.
¿Cómo consigues evadirte? ¿Te ha obligado esta enfermedad a abrirte a otros proyectos?
Me aferro a las cosas esenciales, que ahora me parecen aún más esenciales: mi familia, mis seres queridos, la zona de Jura, mi verdadero amor por la naturaleza, proyectos fuera del deporte, aportar mi granito de arena... Estoy trabajando muchísimo en la casa que estamos haciéndonos mi pareja Amélie y yo.
Las obras parecen enormes, pero creo que merece la pena... ¿Puedes contarnos algo más?
En 2020 compramos una casa de pueblo muy antigua que queremos reformar para que sea una casa pasiva, totalmente respetuosa con el medio ambiente. Durante las obras encontramos un dintel que data de 1663 y un albarán de madera emitido en 1843. Cuentan incluso que esta granja fue utilizada como escondite de armas por los maquis durante la Segunda Guerra Mundial. El edificio tiene una historia que nos apasiona. Debería estar listo para 2023. Nos gustaría convertirlo en un lugar donde la gente pueda reunirse y compartir ideas sobre trail y naturaleza e incluso organizar algunos cursos... «Mi dieta no ha cambiado en lo fundamental. Sigue siendo muy saludable y presto especial atención a los productos de kilómetro 0 y de temporada, lo menos procesados posible».
¿Has adaptado tu dieta para intentar aplacar la bacteria aún más rápidamente? ¿Has hecho algún ajuste o descubrimiento sobre tu dieta?
Mi dieta no ha cambiado en lo fundamental. Sigue siendo muy saludable y presto especial atención a los productos de kilómetro 0 y de temporada, lo menos procesados posible. Sin embargo, he adoptado un enfoque aún más serio en lo relativo a la ingesta de micronutrientes, algo fundamental para ayudar al organismo.
¿Ha cambiado este difícil periodo tu forma de ver el trail y tu visión de este deporte?
Sí, en un punto muy concreto: aprecio aún más las buenas sensaciones cuando están presentes. También te hace darte cuenta de que eres muy vulnerable, de que al final no eres nada, cuando te das cuenta de que un bicho tan enano te puede hacer tanto daño. Por lo demás, en cuanto al trail, reconozco que me cuesta seguir las carreras y ver los resultados. Me pone triste, porque a mí lo que me gusta es participar.
«Quiero formar parte de la fiesta, disfrutar del ambiente, ser uno más y cerrar el círculo. No me importa cómo quede».
¿Esta vulnerabilidad te ofrece una nueva perspectiva de lo que ya has conseguido? ¿Ves tus 3 victorias en la UTMB desde otra perspectiva?
Es una pregunta curiosa. Porque es un tema en el que he pensado mucho últimamente. Me lo pregunto mucho. Esos momentos parecen tan lejanos que me pregunto si los disfruté de verdad. Y yo creo que sí. Nunca soñé con ganarme la vida con mi deporte, solo quería disfrutar de una buena dosis en la montaña, con amigos. Ocurrió de forma natural, no fue premeditado. Estaba acostumbrado a ver vídeos de mis primeras victorias en Chamonix para motivarme antes de un gran bloque de entrenamientos, pero ahora lo evito. Quiero concentrarme en recuperarme totalmente.
Te projettes-tu sur des compétitions pour la saison 2022 ?
Tengo muchas ganas de participar en los 90 km del Mont Blanc a finales de junio. También tengo ese gusanillo en mí que me empuja a volver a inscribirme en la UTMB. No pienso para nada en los resultados ni en el rendimiento. Solo sueño con salir en las mejores condiciones posibles esperando que la recuperación me ofrezca una buena oportunidad. Quiero formar parte de la fiesta, disfrutar del ambiente, ser uno más y cerrar el círculo. No me importa cómo quede». Si a finales de agosto consigo terminar esa competición que tanto me gusta, significará que he recorrido un largo camino y que me esperan días maravillosos.
©Benjamin Becker
Confession de la compagne de Xavier Thévenard
Xavier es un ser humano hecho de materia y luz, como todos nosotros. Es de estatura media para los estándares «normales» (lo que no significa nada), con el pelo castaño que cambia de color según la estación, y los ojos que van del azul al gris según el tiempo y su estado de ánimo. Xavier tiene los ojos muy abiertos, llenos de curiosidad y asombro, como los de un niño cuando descubre la magia del mundo.
Es un ser humano que se nutre de lo único «real» de este mundo, la NATURALEZA, aquello que le creó y que nos compone a todos. Sabe contemplarla y jugar con ella, sin olvidar por encima de todo respetarla, protegerla y apreciarla. Porque conoce el verdadero valor de cada cosa: de un momento, de la familia, de los amigos, de una brisa de invierno, de las flores que renacen, de cada ser vivo que le rodea y que permite que el ecosistema funcione correctamente.
Es un bípedo que sigue siendo sencillo en su forma de ser, consumir y pensar, porque la naturaleza funciona de forma lineal y cíclica. Podríamos compararlo con una hoja, aparentemente muy simple en su forma y color, pero también en su ciclo vital.
Nacimiento, crecimiento, madurez, declive y muerte. Sin embargo, si observamos de cerca la complejidad de este organismo, para que funcione necesita la fotosíntesis, que sus raíces extraigan agua.
Todos estos mecanismos son increíblemente ingeniosos, pero también extremadamente complejos. Xavier es como esa hoja. Muy simple por fuera, pero muy complejo por dentro.
Al fin y al cabo, ¿no lo es todo el mundo?
De Amélie Verguet